La retórica como arte del habla y los métodos educativos aplicados surgieron en una época en que los griegos aún no conocían la escritura. No alcanzará su apogeo hasta unos pocos siglos después de que la escritura se haya convertido en una rutina diaria, pero está lejos de reemplazar la necesidad de un discurso diverso, vivo, cognitivo y organizador.
Es para estas personas que se crearon los principales medios de enseñanza de la retórica: los diálogos de Platón, los tratados de Aristóteles y Cicerón, Dionisio y Quintiliano, los discursos grabados de Lisio y Demóstenes, Eschín y Cicerón.
Se pensaba que la riqueza de la palabra oral era comparable a la de las inagotables cartas de depósito: bibliotecas enteras de manuscritos y luego libros impresos.
Vivimos en tiempos muy diferentes. La posesión de un buen lenguaje escrito es ahora propiedad de la minoría, y su participación está disminuyendo constantemente.
Pero el campo de la comunicación post-escrita se está expandiendo. Aquí los signos del habla oral son vecinos de la producción de caricaturas, el arte del graffiti.
Pero la gente que prácticamente ha dominado estas nuevas habilidades no puede prescindir del arte de la retórica. Sin embargo, esta materia también debe ser enseñada de una nueva manera: tenemos que decir que en la entrada a la cultura escrita y del libro de la antigüedad se enseñaba por separado – cuando antes, y cuando y después de la retórica.